El lugar donde me llevaron eran las instalaciones de un gran edificio. Sorprendentemente, el interior estaba compuesto de diversos pisos, cada uno con un uso particular. Todo ese enorme espacio había sido personalizado de acuerdo a las necesidades del dueño y de los clientes. Contaba con mecanismos de seguridad muy estrictos; Bob entró conmigo a través del acceso exclusivo para trabajadores, cruzando por las bodegas de alimentos y pasando por las oficinas administrativas, donde el aire estaba impregnado de un olor a café y papel.
Me llevó hasta una oficina donde solo había una computadora sobre un escritorio y dos sillas.
— Espera aquí.
Asentí con la cabeza y me quedé sentado por casi dos horas, sintiendo cómo la ansiedad se acumulaba en mi pecho. Después, entró una mujer de mediana edad vestida con un vestido rojo entallado. Mis ojos se abrieron al ver su rubia cabellera que se deslizaba como una hermosa corriente de agua. Su alta estatura me intimidó un poco, y me miró con sus profundos y claros ojos azules. Definitivamente, era extranjera. Mis pensamientos fueron confirmados al momento en que su voz resonó con un extraño acento.
— ¡My Dear!
— ¿Eh?
La mujer que hablaba en un idioma extranjero me abrazó y me dio un beso en la mejilla. Luego tomó mi mano y me dirigió hasta otra habitación que, a diferencia de la anterior, estaba alfombrada, era mucho más grande y tenía varias columnas de dinero con diferentes denominaciones. El brillo del dinero reflejaba la luz, creando un ambiente casi surrealista.
Fui dirigido hasta el mullido sofá color vino capitonado. Cuando mis nalgas tocaron la suave tela, la mujer se sentó en el sillón frente a mí. Un escalofrío recorrió mi espalda por la climatización de la oficina, acompañada de una sutil feromona Alfa. ‘Oh’, pensé, dándome cuenta en ese momento de que ella era un Alfa.
— Estoy muy feliz de tener ayuda extra; el negocio está creciendo y necesitamos mentes rápidas. Soy Emma Stone, la administradora del casino. Oh, no pensé que fueras un chico tan lindo y bonito. ¿Cómo te llamas?
— Hwan Jian.
— Es bonito. Bueno, Sr. Hwan Jian, usted y yo estaremos trabajando juntos. Sea honesto, trabaje duro y le irá bien. Su trabajo es sencillo; el jefe me dijo que era inteligente, entonces me ayudarás con el cierre de cuenta de cada turno. Serán cosas sencillas y, mientras no causes problemas, te irá bien.
Después de eso, Emma me presentó al resto del equipo con los que iba a estar trabajando. Prácticamente, mi trabajo principal era asegurarme de que el dinero se entregara completo a la oficina de Emma, acomodar las fichas de los crupieres y dejarlas en las mesas antes de abrir el casino. Durante el cambio de turno, también debería ser la persona encargada de recibir las cajas de fichas de los chicos.
Mientras escuchaba las instrucciones, una sensación de desasosiego se apoderó de mí. La realidad de mi nueva vida se asentaba como una pesada losa sobre mis hombros. Aunque el trabajo parecía sencillo, la presión de estar en un entorno tan hostil y lleno de incertidumbre me hacía sentir como si estuviera caminando sobre un hilo delgado. La depresión que había estado tratando de manejar se intensificaba, y la lucha por encontrar un sentido en medio de todo esto se volvía cada vez más difícil.
El casino, con su brillo y su bullicio, era un mundo ajeno al que no pertenecía. La idea de ser parte de ese lugar, donde el dinero y el poder dictaban las reglas, me llenaba de ansiedad. La sombra de mi pasado seguía acechando, recordando que en este mundo, la confianza era un lujo que no podía permitirme.
La mayoría del personal que trabajaba allí era de genero Beta; muy pocos eran Alfa y solamente yo y otro chico éramos Omega. Durante los primeros días, estaba tan ocupado que las horas pasaban volando. Mi vida giró en torno al casino, donde la comida era servida en el comedor de empleados durante todo el día. Había dos cocineros asignados dentro de la enorme cocina industrial: Jimin, encargado de la comida coreana, y Jean, una especie de chef francés responsable de los alimentos occidentales. Ambos eran buenas personas, y su calidez contrastaba con la frialdad del entorno.
Cuando entraba en la ajetreada cocina, los olores provocaban que mi estómago rugiera. Había muchas personas vestidas con uniformes de cocina corriendo de aquí para allá, preparando comida bajo las instrucciones de Jimin y Jean. La energía en la cocina era contagiosa, pero a menudo me sentía como un espectador, atrapado en mis propios pensamientos mientras observaba la vida vibrante que me rodeaba.
También me dejaron dormir en un pequeño cuarto en la zona de descanso para empleados a tiempo completo, ubicado en uno de los sótanos del edificio. Era un espacio austero, con una cama sencilla y una ventana pequeña que apenas dejaba entrar la luz. La oscuridad del lugar reflejaba mi estado emocional, y a menudo me encontraba atrapado en mis pensamientos, luchando contra la depresión que me seguía como una sombra.
Después de un mes, Emma me entregó un teléfono celular nuevo, dado que el mío estaba agrietado y tenía problemas para contactarme. Era como su asistente, recadero y acompañante; cuando ella no quería encargarse de algo, me enviaba a mí en su lugar. Aunque al principio me sentí abrumado por la responsabilidad, pronto me di cuenta de que era una forma de mantenerme ocupado y alejado de mis pensamientos oscuros.
Emma siempre derramaba elogios sobre mi trabajo, destacando que la mayor parte del tiempo permanecía callado sin hacer escándalo. Su aprobación era un bálsamo para mi autoestima, aunque a menudo me preguntaba si realmente merecía esos elogios.
En muy pocas ocasiones aparecía frente a los clientes; iba a los pisos principales del casino durante el cambio de turno. Era un lugar enorme, lleno de llamativas decoraciones y de mucho movimiento de personas. Mi presencia era desapercibida para los clientes, lo que me daba una sensación de seguridad, pero también de aislamiento. Emma me entregaba un pago extra por mi trabajo, lo suficiente para costear el precio de los medicamentos que necesitaba para manejar mi condición.
Toda mi paga era entregada directamente al prestamista, pero de alguna manera ya estaba acostumbrado a eso. Dormir cuatro o cinco horas al día era normal para mí, por lo que el trabajo nocturno no era algo de lo que quejarse. Dicho de otro modo, me resigné a que sería de esa manera.
Así viví durante un año, atrapado en una rutina que, aunque monótona, me ofrecía una sensación de estabilidad en medio del caos de mi vida. Sin embargo, la lucha interna seguía presente, y cada día era un recordatorio de que, aunque había encontrado un lugar en el casino, mi verdadero yo seguía perdido en la oscuridad.
— ¡Jian!
Fue Minjoon, uno de los crupieres, quien me llamó. Mis ojos se dirigieron al reloj que estaba en la pared de la oficina: [02:00 am]. Faltaba una hora para el cambio de turno. Era extraño que Minjoon, quien era uno de los crupieres de la zona VIP más exclusiva, estuviera lejos de su zona de trabajo en horas de alta demanda de clientes.
Llegó corriendo hasta donde me encontraba acomodando las cajas de fichas del siguiente turno, con una expresión urgente que me hizo sentir un escalofrío en la espalda.
— ¿Has visto a la señorita Emma?
— Debería estar en tu zona, ¿no es hoy el evento de Texas Hold'em?
Minjoon, que respiraba agitadamente, tomó una respiración profunda y habló.
— ¡Lo sé! Pero tenemos un problema allá arriba. ¡Un cliente no previsto quiere participar y trae la cuota de ingreso en efectivo!
— ¿Qué?
La sorpresa me golpeó. No era usual que tratara con clientes directamente. En realidad, no sabía si podía hacer algo así, dado que mi trabajo solo se limitaba al manejo del dinero. Pero al mirar la expresión torcida en el rostro de Minjoon, comprendí que la situación era más seria de lo que parecía.
‘Dinero es dinero’.
Emma siempre decía que, al final, los clientes son clientes. Por lo que tragué saliva con mi garganta seca y asentí.
— De acuerdo…
Minjoon me llevó rápidamente a través de los pasillos del casino, donde las luces brillantes y los sonidos de las máquinas tragaperras creaban una atmósfera casi hipnótica. A medida que nos acercábamos a la zona VIP, la tensión en el aire se hacía palpable. La idea de enfrentarme a un cliente inesperado me llenaba de ansiedad, pero también había una chispa de adrenalina que me empujaba hacia adelante.
Al llegar a la entrada de la sala VIP, Minjoon me dio una rápida explicación sobre el cliente. Era un hombre de negocios conocido por su temperamento impredecible y su amor por el riesgo. La sala estaba llena de jugadores concentrados, y el ambiente era electrizante.
— Solo sigue mi ejemplo. — Me susurró Minjoon antes de abrir la puerta.
Entramos y el murmullo de las conversaciones se detuvo por un momento. Todos los ojos se volvieron hacia nosotros, y el hombre que estaba en el centro de la atención se giró, su mirada fija en mí. Era un hombre de mediana edad, con un traje caro que parecía ajustarse a su figura como un guante. Su sonrisa era amplia, pero había algo en su mirada que me hizo sentir incómodo.
— ¿Es él? — preguntó uno de los hombres dentro de la sala, su voz resonando en la habitación.
Minjoon asintió.
— He oído que este lugar tiene un ambiente emocionante. ¿Estás listo para jugar?
La presión de su mirada me hizo dudar, pero recordé las palabras de Emma. Era un cliente, y eso significaba que debía hacer lo que fuera necesario para mantenerlo feliz.
— Sí, claro. — Respondí, tratando de sonar más seguro de lo que realmente me sentía.
Mientras me preparaba para enfrentar esta nueva situación, una mezcla de miedo y determinación se apoderó de mí. Sabía que este era un momento crucial, y aunque la ansiedad me invadía, también había una pequeña parte de mí que anhelaba demostrar que podía manejarlo.
Hace un par de meses Emma comenzó a organizar un evento grande de apuestas de Póquer. Decía que iba a ser algo especial, ya que personas muy importantes estarían allí. Constantemente figuras que aparecían en televisión, en periódicos, revistas, y otros medios de comunicación mostraban sus rostros en el casino. De entre todos ellos, un grupo selecto de personas fue invitada al evento donde la entrada se aseguraba ingresando con una apuesta de mil millones de wones. Una cifra así, era ridículamente inimaginable.
Que una persona trajera una cantidad así en efectivo era algo asombroso.
Por protocolo, la zona VIP estaba aislada del casino exterior y dentro de ella se encontraban diversas salas que podrían ser acondicionadas de acuerdo a las necesidades de ciertos clientes.
El hombre fue llevado a una sala de espera dentro de la zona VIP. En ese tiempo, recordé mis primeras experiencias tratando clientes en el pasado, normalmente ese tipo de personas eran atendidas por Emma, dado que yo era un empleado demasiado insignificante como para pretender estar al mismo nivel que ellos, quizás el cliente estaría insatisfecho.
En su mayoría los que frecuentaban la zona VIP eran Alfa, pero gracias al equipo de purificación instalado en el sistema de ventilación la feromona era casi imperceptible, me sentí nervioso de estar en un espacio cerrado lleno de tantos Alfa, era incómodo y desagradable sentir esa sensación pegajosa que se adhiere al cuerpo y se impregna como pegamento viscoso.
El juego podría verse demorado por culpa del invitado inesperado. Si eso llegaba a los oídos del jefe del lugar, me metería en problemas, incluso podría terminar muerto. Este negocio no tiene tolerancia para los problemáticos, era uno de los pocos empleados que había logrado cumplir un año con vida. Muchas personas habían entrado a trabajar aquí terminaban desaparecidas después de un solo error.
Fueron unos pocos los que pudieron llevar su trabajo sin inconvenientes, de entre ellos Minjoon y yo nos las arreglamos para sobrevivir.
Estando allí, el cliente principal se encontraba sentado en uno de los sillones, a su lado había dos personas que vestían trajes negros y sostenían maletines de metal grisáceo en sus manos, formando un total de cuatro de ellos.
Al poner mis pies dentro de esa habitación y sentir cómo la puerta se cerraba detrás de mí, experimenté algo extraño. Fue como si mi cuerpo hubiera recibido una brisa inesperada, y un aroma a jazmín penetró sutilmente por mis fosas nasales. Eso era raro, dado que no había ese tipo de aromatizantes dentro de las habitaciones.
Cuando intenté volver a oler ese suave aroma, no pude percibirlo de nuevo.
Minjoon se inclinó, y después de él, mi cuerpo también ocupó la misma reverencia.
— Disculpe la demora, señor, hemos traído a la persona encargada de la lista de jugadores; él podrá apoyarnos con su solicitud.
— Lamento los inconvenientes, señor, le serviré lo mejor que pueda.
Mis palabras fueron rápidas, pero mi corazón estaba acelerado ante la expectativa violenta tras haber visto la respuesta de los clientes habituales. Cuando mi rostro se elevó para mirar al cliente, me encontré con unos hermosos ojos verdes que me observaban fijamente.
Un escalofrío recorrió mi espalda en ese momento; la mirada que estaba sobre mí era intensa y se estaba apoderando de mí. El rostro del hombre mostraba una expresión relajada, y sus labios estaban curvados suavemente, formando una sutil sonrisa que iluminaba su rostro. Era indudablemente guapo, con rasgos bien definidos que parecían esculpidos por un artista: pómulos altos, una mandíbula fuerte y una piel que parecía brillar bajo la luz tenue de la habitación.
Su presencia era magnética, y a pesar de la situación, no podía evitar sentirme atraído por su aura de confianza y poder. Era el tipo de hombre que capturaba la atención de todos a su alrededor, y en ese momento, toda la sala parecía girar en torno a él. La combinación de su belleza y la atmósfera cargada de tensión me hizo sentir como si estuviera atrapado en un sueño del que no quería despertar.
Mientras intentaba mantener la compostura, la realidad de mi situación se desvanecía momentáneamente, y todo lo que podía pensar era en cómo su mirada me envolvía, haciéndome sentir tanto vulnerabilidad como una extraña emoción que no podía identificar.
— Si el dinero es entregado, un jugador adicional puede registrarse. Entonces, puede confirmar la cantidad dentro de los maletines en el momento que guste, persona encargada de la lista.
Su gran mano se extendió, y los cuatro maletines fueron colocados en la mesa de madera por los hombres que lo acompañaban. Una vez abiertos, fajos de billetes, cincuenta mil wones, brillaron como el oro, deslumbrando con su riqueza.
Mi expresión se endureció al ver todo ese dinero; mis ojos se dirigieron rápidamente a la lista. Realmente había un lugar libre, entonces. No debería haber problema alguno.
Después de contar el dinero con la ayuda de las contadoras automáticas, fue guardado de nuevo en los maletines y llevado a la oficina de Emma por dos empleados del casino. Unos minutos después, dirigí al cliente hasta su asiento en la mesa de juegos, estaba entregando un estuche de fichas que sumaban un total de mil millones de wones.
Fue un tiempo de solo diez minutos. Sin embargo, la sensación de una mirada perforando mi cuello era tan intensa que mi espalda se llenó de un sudor frío. Traté de evadir la cercanía con el cliente, pero extrañamente, nuestros cuerpos estaban muy cerca el uno del otro. Cuando entregué las fichas y me incliné para alejarme, sentí cómo mi muñeca fue sujetada por el hombre.
— ¿Se…ñor?
Su agarre era tan fuerte que no pude mover mi mano en absoluto. Mi corazón estaba tan acelerado que sentí pulsaciones en mis oídos. El hombre extendió su mano opuesta y tomó dos fichas de color amarillo con blanco, colocándolas en la palma de la mano que aún sujetaba. Después, me soltó.
— Es un agradecimiento por su servicio.
Mi mano sostuvo las dos fichas mecánicamente mientras mi cuerpo yacía congelado allí. En ese momento, una voz femenina familiar fue audible.
— ¡Señor Kang! Me alegra verlo.
Era Emma, que vestía un hermoso vestido dorado ajustado. Ella se acercó a nosotros mientras saludaba a los otros jugadores, se paró a mi lado palpando mi hombro como una señal de un ‘buen trabajo’ y habló como si esa persona le fuera familiar.
— Estaba esperando por usted en el lobby del casino, pero parece que ya lo están atendiendo bien. Eso es todo, Jian, puedes retirarte.
Emma me sonrió gentilmente, dándome permiso para retirarme, pero mis piernas, extrañamente, parecían haberse olvidado de cómo caminar.
— ¿Estás bien?
La voz suave del hombre penetró mis oídos, acelerando mi maratónico corazón.
— ¿Eh? Ah, deseo que tenga un tiempo agradable, señor.
Me alejé lo más que pude del lugar mientras la piel de la palma de mi mano se volvía roja al apretar esas dos fichas. Cuando regresé a la oficina de Emma, me percaté de que lo que me dio el cliente era el equivalente a cien mil wones cada una.
Dar una propina así a alguien que solo hacía su trabajo me dejó atónito. Miré el reloj de la pared de la oficina; el juego había comenzado. Emma no descendió durante mucho tiempo. Me encargué del cierre de cuentas y, cuando terminé, cerré la oficina y me dirigí a mi habitación.
Cuando mi cuerpo colapsó sobre el colchón del futón, sentí que mi cabeza se volvía más ligera. Cerré mis ojos y, de inmediato, los profundos ojos verdes aparecieron como una película dentro de mi mente.
A pesar de ser solo mi imaginación, el simple hecho de recordarlo me erizaba la piel y provocaba un calor extraño en mi pecho. Mis dedos juguetearon con las dos monedas hasta que el agotamiento consumió mi conciencia.
Sentí un ligero vértigo acompañado de un cosquilleo que infló mi pecho. Era algo desconocido, pero agradable, que me envolvió momentáneamente en un agradable campo lleno de aromáticos arbustos. La sensación era casi mágica, como si el mundo real se desvaneciera y me transportara a un lugar donde las preocupaciones no existían.
[Pipipiiií, pii, piiiii…]
El sonido del despertador me sacó de ese estado de ensueño, y la realidad regresó con fuerza. Abrí los ojos, sintiendo la pesadez de la noche anterior aún en mi cuerpo. La imagen del Sr. Kang y su intensa mirada seguía fresca en mi mente, y me pregunté si alguna vez podría sacudirme esa sensación de conexión que había experimentado.
‘¡O no!’
Vagamente, hice un conteo mental de los días transcurridos de los últimos tres meses. La pesadez en mi pecho se fue ensanchando conforme la secuencia numérica iba tomando forma y encajando sin error.
‘El ciclo de calor’.
En la escuela elemental, antes de llegar a la pubertad. El Estado realiza una valoración para confirmar el segundo género. Para aquellos Alfa y Omega es necesario tomar una sesión informativa de sexualidad.
A diferencia de la gente común o Beta, el cuerpo de un Alfa y un Omega tiene características particulares distintas que deben de ser atendidas cuidadosamente para evitar ‘incidentes’. En el caso del Alfa se hace particular la enseñanza sobre el control de la feromona misma que puede influenciar significativamente sobre el cuerpo de un Omega.
Para los Omega, la enseñanza hace puntual énfasis en el control del ciclo de calor mismo que llega durante un par de días cada tres meses y el uso de inhibidores para reprimir la expresión natural de su feromona.
El ciclo de calor Omega es un lapso de tiempo donde el cuerpo Omega está en condiciones para la reproducción y emite una feromona que afecta significativamente a los Alfa.
Es una especie de ‘enfermedad’ donde el Omega entra en un delirio derivado de la frustración de un cuerpo que no logra satisfacer sus necesidades primitivas. Para expresarlo de una forma sencilla. Es un tiempo donde el dolor de no poder sentirse satisfecho te desmorona como una galleta hecha polvo.
Un proceso natural del cuerpo que es visto con recelo por la sociedad conservadora. Para alguien como yo, este ciclo es particularmente doloroso. Mi feromona no es lo suficientemente fuerte como para atraer a un Alfa, pero el dolor de mis deseos insatisfechos no cambió.
Las empresas generalmente no contratan a los Omega, las instituciones educativas reservaban las becas para Alfa o Beta, pero esa era nuestra sociedad. Y nadie parecía pensar que algo estaba mal.
Los medicamentos ayudan, sí, pero la frustración era algo que se tenía que atender por uno mismo. Una persona que debe de ausentarse del trabajo un periodo de tiempo cada tres meses. Ante eso, las leyes permitieron que la remuneración del trabajo fuera menor para los Omega y la desigualdad social por el género secundario generó que la brecha de exclusión fuera aumentando.
Podría pedirle permiso a Emma para ausentarme por un rato.
Cuando me puse los jeans de mezclilla con la sudadera gris y me miré en el pequeño espejo del baño, realmente tenía un mal aspecto. Mis ojos tenían unos surcos oscuros debajo y la piel estaba más pálida de lo usual. La fatiga se reflejaba en cada rasgo de mi rostro, y no podía evitar sentir que no tenía la constitución de un Omega normal. No entendía la razón por la cual el ciclo de calor era tan difícil de soportar.
Al girar la perilla de la puerta y salir al pasillo, la climatización fría me erizó la piel. Rebusqué en una caja que estaba junto al futón; mis dedos palparon la textura arrugada del empaque de cartón de las píldoras inhibidoras. Cuando abrí la caja, solo había tres dosis.
Concentré un poco de saliva dentro de mi boca y, cuando pensé que sería suficiente para poder tragar la píldora, saqué una dosis del empaque plastificado y la llevé a mi boca. El sabor amargo se extendió de inmediato, y mi frente se arrugó. Mi garganta constantemente estaba seca por la climatización del lugar.
Iba a ser un día difícil.
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