[Pin.]
El sonido estridente del intercomunicador de la oficina del secretario irrumpió en el tranquilo ambiente. Han Seo, quien había estado concentrado en revisar los gráficos de indicadores financieros de la empresa, presionó el botón de altavoz sin apartar sus ojos de los papeles. El zumbido constante y monótono se mezcló con las voces apresuradas y los pasos apurados que resonaban por todo el espacio. La luz tenue de la oficina hacía que los colores de los papeles parecieran más vibrantes y los detalles más nítidos. Mientras tanto, Han Seo continuaba su labor con una precisión y eficiencia impecables, desafiando al caos a su alrededor
[Jefe, está aquí una persona que desea verlo. Ya le dije que sin cita no puede pasar… Pero pidió que le informe de su visita, en caso de que no tenga tiempo, él se irá.]
— ¿Una persona sin cita? Agéndalo para la próxima semana si es respecto al tema de la compra del terreno, de lo contrario, valóralo y asigna una fecha.
[Sí. Se lo haré saber]
Una persona que llega sin avisar solicitando ver al Director General de una compañía. Esa persona no podría haber pasado la seguridad en la entrada y subir hasta el escritorio del secretario.
— ¿Quién es?
La curiosidad de una persona ante el invitado no deseado que logró pasar hasta el último piso de la compañía.
[El Sr. Kim Jinwoo.]
En el instante que ese nombre salió por la bocina del altavoz, los ojos de Han Seo se abrieron con sorpresa.
‘¿Qué? ¿Kim Jinwo? ¿Kim Jinwoo está aquí?’
El sonido metálico de varios objetos cayendo estrepitosamente del escritorio llenó la pequeña oficina, seguido por un desordenado montón de papeles que se deslizaron de entre las manos temblorosas de Han Seo. En el momento en que ese nombre penetró en sus oídos, su pecho sintió un fuerte golpeteo como si un tambor resonase dentro de él.
Su cuerpo se movió instintivamente hacia el exterior, como si fuera atraído por una fuerza magnética. Y justo cuando estaba alcanzando la manija de la puerta para salir, pudo escuchar esa voz de nuevo.
Con su ropa completamente negra, desde sus ajustados jeans hasta la playera de felpa y una bufanda a cuadros sobre el cuello, Kim Jinwoo realizó una sutil reverencia ante el secretario Sujin. Su figura esbelta y elegante irradiaba un aura magnética que parecía iluminar la habitación entera. Cada movimiento suyo era fluido y preciso, como si estuviera danzando en lugar de simplemente caminar. Era imposible apartar la mirada de él, ya sea por su apariencia impresionante o por la fuerte presencia que exudaba. Parecía estar despidiéndose, pero su mera existencia parecía ser suficiente para hacer que todo a su alrededor brillara con un resplandor único.
— Sr. Kim Jinwoo.
Los pasos de la otra persona se detuvieron en cuanto su voz sonó, resonando suavemente en el aire y haciendo eco en cada rincón.
Cada palabra era una caricia que envolvía el espacio a su alrededor, como si fuera un abrazo cálido. A pesar de haberlo visto varias veces antes, siempre era como un espejismo, un sueño del que no quería despertar. Su pequeña figura giró hacia él, revelando unos ojos tan brillantes como el sol, que lo miraban con una intensidad arrebatadora. Eran de un tono dorado tan intenso que parecían centellear bajo la luz del día, hipnotizando por completo su mente.
Han Seo sintió cómo su pecho se llenaba de aire y un gran suspiro escapaba de sus labios ante la belleza y magnetismo de aquellas miradas penetrantes
Era como si estuviera viendo a un ángel en carne y hueso, como si todo lo hermoso y puro hubiera tomado forma en ese rostro adornado con delicados lunares. Y esa sonrisa... Ah, era suficiente para hacer que su corazón latiera desbocado y se acelere hasta casi salirse de su pecho.
— Sr. Han Seo.
Su nombre sonaba tan distinto cuando salía de esos hermosos labios.
— Lo siento, vine sin avisar.
‘Lo siento’.
Siempre era la misma palabra la que salía de los labios de Kim Jinwoo ‘disculpa’. Aunque en realidad no tenía motivo alguno para hacerlo. La espalda de Jinwoo se encorvó ligeramente, y sus ojos se abrieron con sorpresa mientras miraba alternativamente al escritorio y a él. Su mano temblaba suavemente, como si estuviera indeciso sobre qué hacer, y su boca se movía nerviosamente como un par de alas de mariposa.
— Jinwoo no necesitas disculparte, puedes venir cuando quieras.
Las emociones transparentes que adornaban ese hermoso rostro eran tan vividas que Han Seo podía sentir el nerviosismo que estaba consumiendo a Kim Jinwoo en ese momento.
— Yo… Traje algo, para usted, pero está ocupado. ¿Debo dejarlo con el Sr. Sujin?
Con pasos decididos, Han Seo se acercó al escritorio donde Jinwoo lo recibió con una cálida sonrisa. Sobre la superficie de madera pulida, descansaba una cesta hecha a mano, repleta de galletas decoradas con mermelada de frutas y chispas de chocolate. El celofán protector estaba arrugado en algunos lugares y el listón dorado parecía haber sido cortado con cierta torpeza, pero aún así, era una obra de arte en sí misma. Las galletas brillaban bajo la luz del sol que entraba por la ventana, como pequeños tesoros esperando ser saboreados. Era un regalo verdaderamente hermoso.
‘Lo hizo Kim Jinwoo’.
En el momento que vio esa canasta, Han Seo sintió como un enjambre de mariposas comenzaba a revolotear en su interior. Era tan feliz.
—Sr. Jinwoo, puede traerlo y entregarlo personalmente, venga conmigo—.
Kim Jinwoo recibió del secretario Sujin la canasta de nuevo y avanzó tras Han Seo. Cuando regresaron a la oficina. Han Seo se percató que la zona de su escritorio se había convertido en un desastre. Pero no le importó mucho en ese momento.
Dirigió a Kim Jinwoo hacia la pequeña sala al fondo de la oficina, que parecía un espacio independiente del escritorio que estaba en un desnivel. A simple vista, la oficina era bastante sencilla.
Una escultura por allí, un cuadro por allá. Algunas fotos esparcidas y libros… Había muchos libros acomodados en las repisas que cubrían la pared, todos perfectamente organizados y sin un rastro de polvo.
—Toma asiento, por favor—.
Dijo Han Seo mientras presionaba el botón del intercomunicador.
—Secretario Sujin, podría enviar unas bebidas y refrigerios—.
—Ah… No, yo solo vine a disculparme por lo de la vez pasada…—.
Los ojos de Han Seo se posaron sobre él con una mirada inexpresiva, como si no entendiera sus palabras.
Mientras tanto, Jinwoo estaba saturado de un rubor rosáceo que coloreaba sus mejillas y hacía resaltar el brillo en sus ojos. Sus manos danzaban en el aire impulsadas por una melodía imaginaria, como si estuviera tocando un piano invisible con maestría y pasión.
Una suave sensación de culpa se aferraba al corazón de Han Seo mientras observaba el hermoso color rosado que cubría las pálidas mejillas de Jinwoo. Con un paso ligero, se acercó y tomó asiento frente a él, sintiendo una oleada de calidez en su interior al verlo tan sereno y tranquilo.
—El Sr. Jinwoo no tiene por qué disculparse. Pero me hace muy feliz verlo y saber que tenía algo para mi—.
—Si, lamento haberme ido sin pagar la cuenta de la cafetería ese día—.
Las palabras educadas, la expresión natural de su rostro y el brillo en sus ojos mientras extendía sus manos para entregar la cesta de galletas. Definitivamente, Jinwoo le entregó un increíble regalo a Han Seo.
—Esto… ¿Tú lo hiciste?—
—.... Si—.
La canasta era de un tamaño que cabía dentro de la palma de su mano; sin embargo, era más grande que la palma de la mano de Jinwoo. Han Seo aceptó la cesta y se quedó mirándola por mucho tiempo.
—Vaya…—
Jinwoo que no entendía porque se le quedaba viendo a unas simples galletas de mantequilla con compota de frutas y chispas de chocolate, se preguntó si el director general de una empresa era el tipo de persona que comía cosas así y se sintió culpable de no haber preguntado con antelación su preferencia. Sin embargo, no conocía a nadie al que pudiera preguntarle.
—Oh, puede desecharlas si no son de su agrado—.
Han Seo miró a Jinwoo con unos ojos extraños, definitivamente la sensación dentro de la habitación había cambiado por unos momentos. Y se sintió pesada. Han Seo llevaba consigo la culpa de sus acciones.
En ese momento, era un poco extraño pensar que alguien podría sentirse de esa manera por recibir unas galletas. Y era aún más extraño pensar que esa persona, en un tiempo y espacio distinto al de ese momento, siempre lo esperaba con cosas como esas todos los días.
Mientras el sol se ponía detrás de la torre de la compañía, Han Seo dejó caer su mirada al suelo y suspiró. Era consciente de todo lo que había perdido por su arrogancia e inseguridad. Si tan solo hubiera tenido la humildad suficiente para aceptar sus errores, tal vez ese hombre estaría en sus brazos sosteniendo a su hijo. Pero ahora, esas oportunidades habían pasado, y él estaba atrapado viendo las consecuencias de sus acciones en forma de un niño ausente y una relación rota.
Aún así, esos momentos eran un doloroso recordatorio de que había arruinado una vida maravillosa que podría haber sido suya. Sin embargo, la persona que estaba frente a él en ese momento y lugar, viva y respirando, era prueba de que aún tenía la oportunidad de enmendar su error y construir una nueva vida juntos.
—Definitivamente, lo serán, ¿puedo tomar una?—
Han Seo deslizó el nudo hecho de un suave listón y deslizó el papel transparente hacía abajo. Las galletas que estaban cuidadosamente acomodadas lucían resplandecientes. Como si fueran de resina.
—Usted es el dueño… Creo que sí podría—.
Han Seo miró a Jinwoo y después miró las galletas.
Tomó una de ellas y se la llevó a la boca. Fue una experiencia privilegiada llena de sabor, olor y textura.
La masa se desmoronaba en su boca, y la compota de frutas era melosa y azucarada. No era un sabor empalagoso, pero era delicioso.
Tomó una de ellas y se la llevó a la boca. Fue una experiencia privilegiada, llena de sabor, olor y textura. La masa se desmoronaba en su boca, y la compota de frutas era melosa y azucarada. No era un sabor empalagoso, pero era delicioso.
El sabor que se extendía por sus papilas gustativas era exquisito. Como algo irreal, algo que nunca antes había experimentado.
[Toc, Toc.]
Con una presencia silenciosa, el secretario Sujin acompañado de otras dos personas llevaron bebidas y varios tipos de bocadillos dentro de la oficina.
En un instante, había un carrito lleno de platos con tartaletas, pasteles, magdalenas, macarons, chocolates, emparedados, canapes. Jinwoo pensó que era comida suficiente como para cinco o seis personas.
En ese momento, una de las personas que estaba pulcramente vestida le colocó lo que parecía una soda italiana de manzana frente a él.
— Adelante, si hay algo que desee en especial. Por favor hágamelo saber y lo traeré de inmediato.
Después de eso, las tres personas se inclinaron y salieron de la oficina.
Mientras tanto, Han Seo estaba completamente absorto por las sensaciones que explotaban en su interior. Kim Jinwoo miraba con ojos muy abiertos a la persona frente a él.
Realmente parecía algo genuino, las mejillas de Han Seo estaban abultadas. Sería difícil para alguien fingir que te gusta algo. Normalmente pruebas un poco, mientras que lo demás lo alejas. Pero esa persona estaba devorando las galletas.
Kim Jinwoo se sintió extrañamente satisfecho.
Sus tres horas en la cocina y la quemadura en su brazo con mantequilla habían valido la pena sin duda alguna.
La expresión en el rostro de Han Seo era realmente radiante, incluso se aflojó la corbata de su impecable traje cuando se atragantó por comer rápidamente. Era una imagen que no iba acorde a un Alfa dominante, director general de una empresa como esa.
Fue como la reacción de una persona ordinaria.
— Ja, ja, ja.
Sin poder evitarlo, Jinwoo no pudo contener más sus carcajadas y explotó. Incluso sus ojos tenían lágrimas y su estómago se retorcía de tanto reír. Una persona así, podía tener ese tipo de acciones tan ordinarias.
Han Seo miró de reojo a Kim Jinwoo, que se estaba riendo. Cada persona se ríe de manera diferente y cada risa se caracteriza por matices únicos. Eso era algo obvio. Pero para Han Seo fue un sonido único el que se filtró por sus oídos.
No era una risa sutil, era algo natural, algo genuino que estaba saliendo espontáneamente de esa hermosa persona. En ese momento, la mano de Jinwoo se extendió hasta el rostro de Han Seo y suavemente sacudió unos restos de migajas que estaban adheridos al contorno de su boca.
Han Seo sintió como la sangre comenzaba a precipitarse hasta su rostro.
¿Realmente Jinwoo sonrió y tuvo un gesto así con él? Miró a Jinwoo, que estaba sonriendo. Tenía una expresión tan hermosa que sus ojos parecían ser completamente los de un asiático promedio.
— Ja, ja, ja.
Un momento fugaz, una situación sencilla y una acción natural. Fueron los elementos que llenaron de risas la oficina en ese instante.
Fue una sensación que se infló en sus corazones y se albergó profundamente allí. Fue como la culminación de algo que estaba pendiente desde hace tiempo.
Ese momento se congeló en sus mentes.
Han Seo miró los dedos titubeantes de Jinwoo tocando una melodía en el vaso de la soda italiana. Los ojos que brillaron llenos de asombro cuando el líquido llegó a su boca, su pequeño rostro teñido de un rubor rosáceo y su cabellera ligeramente despeinada.
— Lindo.
Jinwoo era lindo.
— Me hace muy feliz estar junto a Jinwoo.
Fueron las palabras sinceras de Han Seo.
— Es agradable estar con Han Seo.
Jinwoo expresó unas palabras que eran realmente honestas. A pesar de haber una historia entre ellos, era la primera vez que ambos intercambiaron palabras así.
— Sr. Jinwoo, en el futuro siempre será bienvenido.
— ¿Eso es porque Han Seo está enamorado de mí?
Las palabras inesperadas salieron de repente. Realmente era así, realmente Han Seo estaba enamorado de él. Pero era comprensible que Jinwoo no lo creyera en ese momento.
— Es así.
Jinwoo se sonrojó, en ese momento Han Seo notó que el vaso de soda italiana estaba casi vacío. Jinwoo amaba las manzanas. Ni siquiera Han Seo sabía cómo era que sabía eso, pero extrañamente así era.
Han Seo no dudó ni por un instante en sus intenciones.
En ese momento, en ese instante, él viviría para hacer que esa sonrisa estuviera todos los días allí.
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