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Foto del escritorShanin E.

(8) Hwan Jian

La ley se endureció para los Omega. Personas con un rasgo como el mío teníamos la estricta responsabilidad de usar inhibidores, y se creó un Centro de Asistencia Omega con la finalidad de desarrollar todo tipo de drogas que disminuyeran el nivel en el que un Omega desprendía su feromona, bajo el pretexto de mejorar la calidad de vida. 


Sin embargo, nadie habló de los terribles efectos secundarios que representaban para el cuerpo de un Omega consumir ese tipo de fármacos. Cuando desperté en el hospital después del accidente de hace dos años, los médicos diagnosticaron una falla en el funcionamiento de mi glándula de feromonas, que afectó mi sistema nervioso central, provocando que mis recuerdos se volvieran borrosos. Los últimos años de mi vida habían desaparecido. Y la única persona a mi lado que parecía conocerme y querer ayudarme era Fox.


Me enteré después de que, durante mis años perdidos, el gobierno comenzó a regular el uso de inhibidores y que habían aprobado una ley para prohibir cualquier método de interrupción del embarazo. Sin importar el tipo de acción que hubiera derivado en un embarazo, la ley era absoluta. Ningún Omega podía realizar un proceso de aborto, salvo en los casos donde su representante legal o guardián, es decir, el padre, hermano o Alfa cónyuge, autorizara dicho procedimiento.


La injusticia de todo esto me llenaba de rabia. La sociedad había construido un sistema que no solo despojaba a los Omega de su autonomía, sino que también los trataba como objetos, herramientas para la procreación y el placer de los Alfa. La idea de que mi vida, mis decisiones, estuvieran en manos de otros, me hacía sentir impotente y atrapado en una red de opresión.


Mientras sostenía el recipiente de arroz, la amargura se mezclaba con el sabor insípido de la comida. La lucha por encontrar mi lugar en este mundo se sentía cada vez más abrumadora. La amabilidad de Bob, aunque genuina en su forma, se sentía como un recordatorio de que, incluso en los momentos de aparente bondad, la sombra de la manipulación y el control siempre estaba presente. 


La vida de un Omega era una batalla constante, y cada día era un recordatorio de que la lucha por la dignidad y la libertad era un camino lleno de obstáculos. La esperanza de un futuro mejor parecía lejana, y la realidad de mi situación se cernía sobre mí como una nube oscura, amenazando con devorar cualquier destello de luz que pudiera encontrar.


Era difícil la vida para nosotros en todos los sentidos. La independencia financiera era prácticamente imposible, ya que los bancos no podían abrir cuentas a nombre de los Omega sin la autorización de su guardián. En ocasiones, los padres dejaban fideicomisos a sus hijos con la finalidad de darles una pequeña estabilidad económica, pero eso era un lujo que no todos podían permitirse.


Incluso dentro de las oficinas de registro matrimonial, un Omega podía ser incluido en el registro familiar de un Alfa con el simple pago de adscripción. No era necesario su permiso o su presencia. 


Lo mismo sucedía para los matrimonios, donde las familias eran las encargadas de la representación de los Omega en la mayoría de los casos. 


Cuando mi madre, quien era un Omega dominante, se casó con mi padre, que era un Alfa ordinario, esperaban con optimismo el nacimiento de su hijo Alfa. Sin embargo, cuando se enteraron de que había irregularidades con mi glándula de feromonas, mi padre se decepcionó profundamente y acusó a mi madre de haber cometido adulterio. 


Después de eso, la forma en que mi padre se dirigía hacia ella cambió drásticamente. Meses después, comenzó a agredirla físicamente. Un hijo Omega no era lo que se esperaba, pero cuando ese hijo tuvo el sello rojo en su carnet de identidad que lo marcaba como un recesivo, dada la baja producción de su feromona, la idea de emparejarme con un Alfa de buena posición económica se derrumbó.


Mi padre, quien tenía muchas deudas por ser adicto a las apuestas, estaba seguro de que todos sus problemas terminarían al recibir el pago de compensación por parte de la familia del cónyuge una vez que yo estuviera comprometido con un Alfa rico. Por supuesto, esos pensamientos solo quedaron en su codiciosa mente, alimentando su frustración y rabia hacia mi madre y hacia mí.


La presión sobre mi madre aumentó, y su sufrimiento se convirtió en un ciclo interminable de abuso y desesperación. La vida que habían soñado se desmoronó, y en su lugar, se construyó un hogar lleno de miedo y dolor. La idea de que un Omega pudiera ser una carga en lugar de un activo en la familia era una realidad cruel que se cernía sobre nosotros.


Mientras reflexionaba sobre mi pasado, la amargura se mezclaba con la tristeza. La lucha por la dignidad y la libertad se sentía como una batalla perdida, y la sombra de mi historia familiar se cernía sobre mí, recordando que, en este mundo, la vida de un Omega estaba marcada por la opresión y la desilusión. 


Factores como mi débil constitución, mi cuerpo delgado y mi piel pálida me hicieron poco atractivo. Fue realmente difícil aguantar todo el acoso durante mi periodo escolar. 


Cuando era pequeño, me esforzaba por siempre dar lo mejor de mí y estaba consciente de que mi habilidad para recordar las cosas era algo fuera de lo ordinario. Sin embargo, por la característica peculiar de mi rasgo secundario, la beca me fue retirada, y mi padre se negó a pagar la inscripción de un hijo que no era más que una carga innecesaria en su vida. 


Fue mi madre quien pagó los gastos de inscripción para que pudiera estudiar en la escuela secundaria. Sin embargo, al poco tiempo, ella falleció de una enfermedad autodegenerativa. Cuando eso sucedió, mi padre desapareció de la faz de la tierra, diciendo que yo había sido el culpable de su muerte.


Recuerdo cuando estaba sentado solo en la sala conmemorativa. Había llorado tanto ese día que mis mejillas estaban marcadas con surcos de lágrimas secas, y mi nariz se encontraba completamente irritada en esa sala vacía. 


Miré al cielo esa noche y recordé los cuentos de mi madre. Eran historias llenas de magia, donde el héroe salva a todos y son felices por siempre. En una de esas historias, hablaba sobre un ser mágico similar a un hada que descendía de las estrellas y ayudaba a la princesa a ser feliz con su príncipe. Siempre era un final hermoso.


Después de que sus cenizas fueron colocadas en una urna detrás de una vitrina, regresé a casa cuando ya era muy tarde. Recuerdo haber tenido mucha hambre y, al ver un puesto de fideos callejero, mi boca comenzó a salivar de inmediato con los fragantes aromas que despedían los cuencos con jugosos ingredientes.


Ni siquiera llevaba mil wones para comer, así que apresuré mis pasos hasta llegar al pequeño apartamento que estaba al fondo de una torre. Creí que mi padre aún estaría un día más conmigo. 


Fui demasiado ingenuo. Cuando saqué la llave y la coloqué en la cerradura, esta se bloqueó y no se movió. Era como si algo estuviera impidiendo el acceso.


‘¿Mi padre había cambiado la cerradura?’ No, después supe que él había vendido todo pocos días antes y, el mismo día del funeral de mi madre, había entregado al administrador el apartamento, quien cambió la cerradura. 


La realidad me golpeó con fuerza, y la soledad se convirtió en una compañera constante. Sin un lugar al que llamar hogar, me sentí despojado de todo lo que había conocido. La vida que había imaginado, llena de amor y seguridad, se desvaneció en un instante, dejándome a merced de un mundo que parecía indiferente a mi sufrimiento.


La tristeza se mezclaba con la rabia, y la injusticia de mi situación me llenaba de desesperación. La pérdida de mi madre y la traición de mi padre se convirtieron en un peso que llevaba sobre mis hombros, y la lucha por encontrar un camino en medio de la oscuridad se hacía cada vez más difícil. La esperanza de un futuro mejor parecía un sueño lejano, y cada día era un recordatorio de que la vida no siempre era como en los cuentos de hadas que solía escuchar.


Mi corazón se destrozó y mi mente colapsó. ¿Cómo iba a sobrevivir afuera sin más que una chaqueta? En ese momento entendí lo que quiso decir mi padre cuando habló sobre haber perdido a toda su familia. 


Para ese hombre yo estaba muerto. Sin mi madre, él no tenía que cargar con un peso extra. Nunca entendí a mi padre. Durante mi vida, quise ser lo que él esperaba. Demostrarle que no por ser quien era, debía ser diferente a los demás. Pero todo fue inútil. 


Lloré… Lloré mucho porque todos los recuerdos de mi madre, no podía recuperarlos. Ni siquiera una foto, nada. Me convertí en un huérfano esa noche.


Ese día mi padre también murió, al menos dentro de mi pecho.


Me llevó mucho tiempo entender que estaba solo en este mundo y que no podía sobrevivir con las historias de fantasía que mi madre me contaba de niño. 


Con el paso del tiempo, mi corazón se endureció. Para alguien como yo, era difícil pensar que existían buenas personas en el mundo. La desilusión se convirtió en mi compañera constante, y la esperanza se desvaneció como un susurro en el viento.


Una parte de mi vida fue borrada por el accidente de auto. Así que, lo que Fox me contó se convirtió en parte de mis recuerdos. Fox se convirtió en mi benefactor, pero también era una persona que provocaba un intenso miedo. Cuando desperté en el hospital, fue la primera persona en aparecer. Se presentó gentilmente como un amigo de mi padre y pagó todos los gastos médicos y la rehabilitación durante seis meses. Sin embargo, pronto supe que era dueño de una casa de préstamos clandestina donde mi padre había dejado una deuda de varios miles de millones de wones.


Desesperado, lloré y supliqué a Fox que no me vendiera como una mercancía. Afortunadamente, me dejó trabajar para pagar no solo la deuda de mi padre, sino también mi propia deuda. 


— Fui amigo de tu padre, eso me hace sentir que soy tu tío. Así que, te daré una oportunidad. — Me dijo, su voz suave pero con un matiz de autoridad que no podía ignorar.

Fox era alguien que se movía como se mueve el dinero, siempre calculando, siempre buscando la próxima oportunidad. Fui demasiado tonto en confiar en alguien que solo tenía una relación deudor-acreedor conmigo. La línea entre la gratitud y la servidumbre se volvió borrosa, y cada día que pasaba bajo su techo, la sensación de estar atrapado se intensificaba.


La vida que llevaba se sentía como una prisión, y aunque trabajaba arduamente para saldar la deuda, la sombra de Fox siempre estaba presente, recordándome que mi libertad estaba atada a su voluntad. La amabilidad que me mostraba era solo una fachada, un recordatorio de que en este mundo, la bondad a menudo venía con un precio.


Mientras reflexionaba sobre mi situación, la tristeza y la rabia se entrelazaban en mi pecho. La lucha por encontrar un camino en medio de la oscuridad se hacía cada vez más difícil, y la esperanza de un futuro mejor parecía un sueño lejano. La vida que había imaginado, llena de amor y seguridad, se desvanecía en un instante, dejándome a merced de un mundo que parecía indiferente a mi sufrimiento.


***


Al tiempo que mi mente estaba absorta en cosas absurdas del pasado, seguí a Bob hasta una habitación. Mi cuerpo reconoció de inmediato la feromona que se filtraba por las aberturas inferiores de la puerta cerrada, la misma que había sentido antes. 


Un escalofrío recorrió mi espalda y me estremecí. Bob miró mi rostro endurecido y enarcó una ceja.


— Tranquilo, no es como si te fuera a comer vivo. — Dijo, intentando calmarme.


Dentro de mí, algo estaba gritando que saliera corriendo de ese lugar de inmediato. Sin embargo, mi cuerpo no se movió. La feromona no era tan fuerte, pero estaba paralizándome tan violentamente que me aterró.


[Toc, toc.]


— Estamos aquí.


Después de hablar, Bob giró la perilla de la puerta. El sonido de las bisagras chirriantes perforó mis oídos. La habitación en la que entramos era una oficina bastante iluminada, con un largo escritorio negro en forma de ‘L’ en el centro, una computadora portátil y varios montones de papeles apilados por aquí y por allá. Frente al escritorio había dos pequeños sillones de color negro.


El sonido del ventilador en el techo era suave, y las ventanas con las persianas contraídas permitían que el bullicio de la ciudad se filtrara suavemente dentro de la oficina. A decir verdad, me imaginaba algo más aterrador.


— Bienvenido, Bob. Puedes esperar afuera.


Bob asintió diligentemente ante la orden que llegó desde algún lugar dentro de la habitación y salió, cerrando la puerta tras él, dejándome allí. Miré hacia los lados en busca de la persona que había hablado y noté que había alguien sentado en una silla de espaldas tras el escritorio.


—¿Eres Hwan Jian? Fox habló de ti. No creí que alguien tuviera tan mala suerte como tú. Siendo tan joven pero involucrándote con prestamistas. — Dijo la voz, cargada de una mezcla de burla y curiosidad.


Tragué saliva por mi garganta seca mientras veía en cámara lenta cómo la silla comenzaba a girar, revelando el rostro del hombre frente a mí.


— Oh, no tengas miedo, no voy a lastimarte ni nada por el estilo. Ja, ja, ja. — Se rió, su tono era despreocupado, pero había algo inquietante en su risa.


El hombre que vi por primera vez en mi vida era de mediana estatura, y me pareció que estaba alrededor de sus treinta. Era difícil calcular su edad porque su cabeza estaba rapada y muchos tatuajes cubrían su cuerpo, cada uno contando una historia que no estaba dispuesto a conocer. 


Su mirada era penetrante, y aunque intentaba parecer amigable, había una frialdad en su expresión que me hizo sentir incómodo. La feromona en el aire se intensificó, y mi instinto me decía que debía tener cuidado. 


— Así que, Hwan Jian, cuéntame, ¿qué te trae a este lado del mundo? — preguntó, inclinándose hacia adelante con interés.


La pregunta flotó en el aire, y mientras buscaba las palabras adecuadas, la realidad de mi situación se hizo más clara. Estaba atrapado en un juego peligroso, y cada decisión que tomara podría tener consecuencias devastadoras. La lucha por mi libertad y dignidad se intensificaba, y la sombra de mi pasado seguía acechando, recordando que en este mundo, la confianza era un lujo que no podía permitirme.


Vestía un traje de aspecto elegante y sus dedos estaban decorados con anillos de diferentes tamaños. Definitivamente, esa persona encajaba con la descripción de alguien peligroso o algo así.  


Mis puños se cerraron. ‘¿Cómo fui tan idiota de caer en una trampa? Incliné mi rostro mirando hacia el suelo, forzando mis palabras a salir de mi garganta. 


— Soy Hwan Jian, señor…


El hombre me barrió de arriba abajo de una forma curiosa, su intensa mirada me incomodaba.


— Escuché decir que tienes una habilidad particular para memorizar todo lo que ves, ¿no es eso algo curioso para alguien que tiene pérdida de memoria?


Mis ojos se abrieron de par en par y, sin darme cuenta, levanté mi cabeza mirándolo directamente.


— Yo…


El hombre se levantó de la silla y se dirigió hacia uno de los sillones que estaban dentro de la oficina. Tomó un cigarrillo de una cajetilla abierta que estaba sobre una mesa auxiliar de madera en medio de los sillones y lo encendió con un mechero metálico desgastado mientras se sentaba, mirándome con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.


— Siéntate.


Mi cuerpo no se movió por unos momentos, pero la feromona que fluía de su cuerpo como serpientes venenosas listas para atacar me presionó. 


Con torpeza, moví un pie y después el otro. Fue como si estuviera aprendiendo a caminar de nuevo. Mi corazón latía muy rápido [Bum, bum, bum], me era difícil controlarme.


— Seamos claros, sé que tienes una deuda y una muy alta. Casualmente, tengo varios negocios ahora y me dicen que tú puedes ser de utilidad. Entonces, tengo dos propuestas para ti.


— ¿Propuestas? Señor, no estoy entendiendo.


— La primera es que seas un anfitrión y abras tu trasero todos los días aquí, pero con ese cuerpo la tarifa no sería muy alta. Me preocupo mucho por la calidad de mis productos…

‘¿Qué estaba diciendo este bastardo?’


— ¿Eh?


Ante mi expresión incrédula, el hombre frente a mí comenzó a reírse a carcajadas, su risa resonando en la habitación como un eco ominoso.


— Sin embargo, cuando me dijeron que eras un genio o algo así, se me ocurrió otro lugar donde podrías trabajar y, por supuesto, en el que tu trasero no acabe abierto como una bolsa de papas fritas cada dos horas.


— Creo que hay un malentendido, yo… No estoy aquí por un empleo.


— Ya veo.


El hombre, que se puso de pie sin previo aviso, se acercó a mí. La feromona que antes era sutil comenzó a hacerse más espesa y oscura, envolviéndome en una sensación de peligro inminente.


— ¡Ay!


Su mano sujetó mi cabello con una fuerza brutal, y empujó mi rostro sobre la mesa de café que estaba entre nosotros con mucha fuerza. 


[¡Boom!]


El dolor fue inevitable, los músculos de mi rostro crujieron al impactar contra la superficie dura. 


— ¡Agh! — Grité, sintiendo cómo la presión aumentaba, y la confusión se mezclaba con el terror. La agresión física era palpable, y cada segundo que pasaba en su presencia se sentía como una condena. La risa burlona del hombre resonaba en mis oídos, y la realidad de mi situación se volvía cada vez más aterradora. 


La lucha por mantenerme en pie, tanto física como emocionalmente, se intensificaban. La feromona, ahora un veneno en el aire, me recordaba que estaba atrapado en un juego que no podía controlar, y la desesperación comenzaba a consumir cada rincón de mi ser.


Un jadeo doloroso salió de mi boca; fui incapaz de soltar el agarre que estaba sobre mi cabeza.


— No estás en una posición donde puedas elegir. ¿No te has dado cuenta? Si quiero, puedo meterte a una habitación, encadenarte y hacer que cualquiera pague una miserable cantidad de dinero por tener sexo contigo. Eres un Omega y uno muy pobre. Las personas como tú no deben olvidar su lugar.


— Ugh…


Mis ojos se comenzaron a empapar de lágrimas mientras me quejaba de la presión en mi cabeza contra la dura superficie de la mesa. Después de unos segundos, la mano que me mantenía prisionero se retiró. El sujeto frente a mí se sentó nuevamente sobre el sofá, dando una calada al cigarrillo que descansaba sobre un cenicero de metal, como si todo esto fuera un juego.


— Entonces, la segunda oferta es que trabajes en mi casino. Si eres tan bueno como dicen, entonces seré justo con tu salario. ¿Qué dices?


Levanté mi rostro y con la manga de mi abrigo me limpié las lágrimas que se derramaron. ¿Era una broma? ¡Ese maldito idiota! Ni siquiera iba a esperar a ver si era capaz de pagarle; solo me aventó a la cueva del monstruo.


— Como usted dijo… No tengo opciones.


El hombre, que parecía complacido con mi respuesta, sonrió de una manera que me heló la sangre.


— Es cierto, no tienes opciones. Y te lo advierto, la última persona que tuvo una oportunidad como esta no fue inteligente. Ahora está nadando con los peces del río Han. Pero tú, pareces ser más listo. No intentes escapar; no te mataré, pero haré de tu vida un infierno y soy capaz de sacar cada órgano de ese flaco cuerpo mientras estás despierto. ¡Muy bien! Entonces, ¡bienvenido al equipo! ¡Bob!


La risa burlona del hombre resonó en mis oídos, y la realidad de mi situación se volvió aún más aterradora. La agresión física que había experimentado no era solo un acto de dominio; era un recordatorio brutal de que estaba atrapado en un mundo donde mi vida no valía nada. La feromona que emanaba de él era un veneno que me envolvía, y cada palabra que pronunciaba era un clavo más en mi ataúd.


La desesperación se apoderó de mí, y aunque sabía que debía encontrar una manera de salir de esta pesadilla, la sensación de impotencia me mantenía paralizado. La vida que había imaginado, llena de amor y seguridad, se desvanecía en un instante, dejándome a merced de un mundo que parecía indiferente a mi sufrimiento.


El sujeto, que cambió de un segundo a otro de personalidad, llamó a Bob, quien entró de inmediato en respuesta a las órdenes de su jefe.


— Llévalo al casino, que le presten ropa y expliquen su trabajo. No creo que cause problemas con los clientes, entonces. Tu sueldo será pagado directamente a tu prestamista; si recibes propinas, puedes quedártelas. Fuera de aquí.


Bob asintió con la cabeza y me llevó fuera de la oficina. 


Mis sentimientos estaban revueltos en ese momento. Mi memoria era buena, pero realmente, después del accidente, había momentos en los que todo se drenaba y me quedaba en blanco. ‘¿Qué esperaban que hiciera?’ Miré a Bob, quien me estaba arrastrando por el pasillo del edificio.


— Vamos, te llevaré.


— ¿Qué va a pasar conmigo después?  Pregunté, temeroso.


Bob giró su enorme cuerpo y me miró con una expresión confusa.


— Tienes suerte, al menos no necesitas vender tu cuerpo para sobrevivir. Te daré un consejo gratis: sé obediente, mantén tu boca cerrada, no robes nada y no escapes. Ahora vamos, que no me pagan para ser tu niñera.


Mi mente estaba en un proceso de asimilación. Todo había pasado de una forma tan rápida que no era consciente de lo que estaba pasando a mi alrededor. Pero había algo de lo que estaba plenamente seguro: esta situación era mala, muy mala para mí.


Cada paso que daba junto a Bob resonaba en mi mente como un eco de desesperación. La realidad de mi nuevo entorno se cernía sobre mí como una sombra, y la feromona que había sentido antes seguía acechando, recordándome que estaba atrapado en un mundo donde la violencia y la manipulación eran moneda corriente. 


***

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