Odio el invierno.
Mis mejillas se ponían rojas al entrar en contacto con el frío, y mi piel se tensaba incómodamente. Los aparadores de todos los establecimientos dentro del andador comercial y avenidas se vestían de colores majestuosos, las hermosas luminarias se extendían dándole luz a un hermoso camino por el que pasaban las personas charlando mientras admiraban las bellas decoraciones de los árboles y postes llenos de listones. Todo eso era bajo el bullicio de una ciudad ruidosa llena de vividos sonidos y melodías.
Enterré mi rostro lo más que pude en el dobladillo del cuello de mi abrigo para ocultar el hematoma color violeta que estaba a todo lo largo de mi mejilla. El dolor punzante se agudizaba cuando la corriente de aire frío rozaba mi piel herida. Mi mano sujetaba mi estómago hormigueante mientras mi espalda se encorvaba.
Todo mi cuerpo estaba adolorido, por lo que caminar erguido era difícil. Uno de mis tobillos se sentía punzante; creo que me lastimé cuando mi cuerpo fue lanzado al suelo. Mis manos se escondieron en los bolsillos de mi abrigo roto buscando calor. En ese momento recordé que no llevaba dinero conmigo, por lo que no podría pagar un taxi o ir a un centro médico.
Después de recibir mi pago en el trabajo que realizaba dentro de un almacén de reciclaje de basura, me dirigí a casa. Sin embargo, como si ya hubieran sido avisados con anticipación sobre el día de pago, los cobradores llegaron a mi apartamento exigiendo el pago de la cuota mensual de mi deuda. ‘¡Diablos!’ Realmente tenía mucho frío, dolor y hambre.
‘¿Quién tiene hambre en una situación como esta?’ Fui golpeado por unos sujetos desconocidos, y tras el disturbio, el administrador de los apartamentos me echó sin dejarme sacar mis pertenencias. No tenía un lugar donde pasar la noche en plena víspera de año nuevo, y mi dinero, por supuesto, desapareció en manos de esos bandidos.
La nieve no dejaba de caer; en consecuencia, varios trabajadores estaban constantemente limpiando el camino para que las personas pudieran caminar sin dificultad por las vialidades.
Levanté la mirada hacia el camino por el que mis pasos se dirigían; en ese momento, mi corazón se contrajo dolorosamente y el aire fue insuficiente para respirar con normalidad. Fue una escena similar a las que aparecen en las películas navideñas extranjeras. Una hermosa familia, compuesta por unos papás cariñosos que tenían una gentil expresión en sus rostros y dos pequeños niños charlando alegremente mientras sujetaban muchas bolsas de regalos. Una cálida y agradable escena que fue adornada por la pintoresca decoración de la zona comercial de Myeong-dong.
Sin ser capaz de controlarlo, el dolor en mi pecho se agudizó. Fue algo distinto del malestar físico lo que me invadió. Era una soledad mezclada con envidia. Si giraba mis ojos ahora mismo a mi alrededor, podría confirmar el pensamiento de ser el único joven solitario mostrando esta apariencia patética en un día en el que todos están celebrando. Pero ciertamente, hace mucho tiempo que todo ánimo de celebración desapareció como arena siendo arrastrada por el mar.
[Bzzz…]
Haciendo un leve sonido, el teléfono celular en el bolsillo del abrigo comenzó a vibrar. Al haber estado en medio de una pelea, la pantalla frontal terminó completamente agrietada, pero como era un modelo viejo construido de buen material, aún funcionaba. El nombre que aparecía en el fragmentado cristal del teléfono celular me hizo dudar de si debería responder, pero mi dedo ya había pulsado el botón de contestar.
— ¿Sí?
[¡¿Dónde te has metido?! ¿Enloqueciste?]
Mis ojos se movieron mecánicamente de lado a lado. Fue como si estuviera buscando algo que desde el principio no estaba allí. Poner excusas era absurdo ‘¿Esta persona sabe lo que es el trato humano? No. Pero… ¿Podría ser que lo que mis ojos buscaban era alguien que me ayudara?’ Fue una extraña sensación de nostalgia la que me invadió en ese momento. Sin embargo, no existía alguien así a mi alrededor. Reprimí la intención de llorar, de frustración con todas mis fuerzas mientras las palabras se acumulaban en mi garganta.
— Lo siento.
[¿Lo sientes? ¿Tienes idea de lo que hiciste? ¿Hasta qué punto vas a abusar de mi buena voluntad hacia ti? Actuando de esa manera pareces un malagradecido.]
¿Malagradecido? Después de todo este tiempo sobreviviendo como un perro a su sombra. Este sujeto solo me usa como un medio para obtener dinero. Pero sus palabras me estremecieron. Fox, quien dirige una casa de préstamos, fue la persona que me encontró después de haber sido atropellado por un auto y me llevó al hospital hace un año. También fue quien me ayudó a recuperar los recuerdos perdidos que fueron ocasionados por un severo traumatismo en la cabeza y cuidó de mí desde ese día. Me consiguió el trabajo en el almacén y fue la única persona en ayudarme. Pero ahora, ¿por qué manda matones para intimidarme y después me tiende la mano?
— Buscaré una manera de no atrasarme con el pago del siguiente mes.
[¿Siguiente mes? Con la cantidad que debes ahora por los daños en el apartamento tendrás que pagar la siguiente semana si no quieres que la tasa de interés aumente. He sido muy tolerante contigo, pero todo tiene un límite pequeño Jian.]
Un reproche estuvo a punto de salir de mis labios; no fui la persona responsable por el desastre en el apartamento, fueron tus matones. Pero me detuve en ese momento antes de escupir palabras que pudieran ser contraproducentes. ‘¿Cuándo fue que la víctima se convirtió en el deudor de su agresor?’
Una deuda que mi padre dejó antes de huir, y la cual yo asumí por ser su hijo. Eso sin contar los gastos del hospital que Fox pagó y el tratamiento para recuperar la memoria junto con los medicamentos que nunca dieron resultados. Incliné mi rostro hacia el piso, escupiendo un suspiro bajo.
— Lo resolveré de alguna manera.
[¿Qué podrías hacer? Ah, demonios. ¿Tienes dónde pasar la noche? Escuché que los chicos te golpearon muy fuerte, es algo de rutina para ellos, por lo que en ocasiones no miden su fuerza y tu cuerpo es débil.]
Mi garganta raspó cuando la saliva seca pasó llevándose mis palabras hacia atrás. ‘¿De quién era la culpa de haberme quedado sin apartamento?’
— No…
[Está bien, está bien. Te mandaré un mensaje con la dirección del negocio de un amigo. Es mejor que dormir sobre una banca a mitad de la nada. Sé prudente con él y no me dejes mal parado.]
— … De acuerdo.
La llamada terminó de manera abrupta, como un eco que se desvanecía en la oscuridad. Mi cuerpo se hundía en un océano denso y sombrío, un abismo del que no podía escapar. La desesperación me envolvía, y la pregunta de cómo conseguir una suma tan exorbitante en menos de una semana me atormentaba. La idea de vender un órgano cruzó por mi mente, pero en mi estado actual, sabía que no obtendría un buen precio. Me reí amargamente de mis propios pensamientos, como si el humor pudiera aliviar la carga que llevaba.
La necesidad de recurrir a personas desagradables y crueles en momentos de desesperación me llenaba de incomodidad. Sin embargo, en este mundo implacable, no tenía otra opción que enfrentar a esos antagonistas que acechaban en las sombras. La fría noche de invierno me envolvía, y una pregunta inquietante flotaba en mi mente: ¿Sería tan malo dejarme llevar por el sueño eterno y quedarme congelado?
La idea de liberarme de este sufrimiento me seducía, y en el fondo, sabía que no había una sola alma en este mundo que se preocupara por mi ausencia. La soledad se convertía en mi única compañera, y la depresión se aferraba a mí como una sombra, recordándome lo cruel que podía ser la vida.
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