— ¿Cuánto tiempo había pasado desde el día en que nos tomamos esa fotografía?
Kim Jinwoo miró la foto cuyo marco se encontraba envejecido por estar olvidado en un rincón de la habitación.
— Un par de años.
Mientras sujetaba un portadocumentos en sus manos, no pudo evitar sentir un aire de nostalgia. Solo bastaron dos años para que su esposo, Han Seo, solicitara el divorcio.
Dentro del cúmulo de papeles que había recibido por parte del abogado de la familia Han, se encontraba el acuerdo prematrimonial. Kim Jinwoo leyó el contenido de la solicitud de divorcio.
[Incumplimiento derivado de la parte B hacia la parte A…]
Por alguna extraña razón, en ese momento le pareció disparatado.
— Para este tiempo ya debería haber un hijo…
— ¡¿Vas a fingir no saber nada al respecto?! ¡Tú sabías que tu padre mintió al respecto y no dijiste nada!
Kim Jinwoo permaneció inmutable mirando el resultado de los análisis que Han Seo había arrojado a un lado de la cama.
[Fecha: XXXX/09/30. Género secundario: Omega. Nivel de feromona: Recesiva - Tasa de compatibilidad inferior al 30%]
Kim Jinwoo no pudo evitar mirar la fecha del examen. Era de hace algún tiempo. Han Seo había estado enterado de su verdadero rasgo desde hace un año y aparentó no saberlo. ¿Por qué?
— ¡¿Por qué no hablas?! ¿No planeas inventar una excusa o algo?
— ...
— Debemos divorciarnos… No quiero estar con una persona como tú. No es como si existieran sentimientos entre nosotros. Mis abogados se pondrán en contacto. Debes encontrar un lugar donde quedarte… Será lo mejor.
Los pasos que se alejaban terminaron con el sonido de la puerta cerrándose. Los pasos resonaron en el pasillo, cada vez más débiles, hasta que finalmente se desvanecieron por completo. El eco resonó en las paredes, como si se negara a aceptar el silencio que se había apoderado del espacio. La puerta crujió suavemente al cerrarse, emitiendo un sonido agudo que atravesó el aire. En ese instante, todo pareció detenerse. El mundo exterior, con su bullicio y caos, quedó relegado a un segundo plano, y el único sonido perceptible era el tictac del reloj en la pared. La habitación, antes llena de vida y movimiento, ahora parecía vacía y desolada.
Esa había sido la última vez que vio a Han Seo. Ni siquiera había hablado con él desde hace un mes por un viaje al extranjero que surgió inesperadamente en su empresa y, cuando regresó a casa, su actitud fue contundente.
Para alguien como Kim Jinwoo, que había sido moldeado por la implacable disciplina de su padre, su garganta tembló de manera humillante cuando Han Seo le lanzó una reprimenda. Desde muy joven, le habían inculcado que un Omega no tiene derecho a desafiar a un Alfa, y esa lección lo había convertido en un ser sumiso, atrapado en un ciclo de miedo y obediencia, incapaz de alzar la voz incluso cuando su dignidad estaba en juego.
Pensando de esa manera, las palabras de Kim Jinwoo se quedaron atoradas en su garganta, como si una fuerza invisible le impidiera hablar. Las consecuencias de sus acciones se manifestaban de forma cruel en los papeles que le llegaron al día siguiente de la pelea con su esposo, un recordatorio tangible de su impotencia. Cada línea de esos documentos era un eco de su fracaso, un reflejo de la vida que había construido bajo la sombra de otros, donde su voz nunca había tenido valor y su lucha por ser escuchado se desvanecía en el silencio de su sumisión.
Refrescando viejas memorias en su mente, Kim Jinwoo se dio cuenta de que el resultado de su análisis, fechado hace un año, coincidía inquietantemente con el cambio de actitud de Han Seo hacia él. Aunque su esposo era un Alfa extremadamente dominante, siempre lo había tratado con una gentileza que parecía casi irreal. Nunca había recurrido a la violencia y, en ocasiones, mostraba una consideración que lo hacía sentir especial, un Omega en un mundo que a menudo lo despreciaba.
Sin embargo, en ese momento de reflexión, Kim Jinwoo no se percató de las gruesas gotas de agua salina que comenzaban a empapar los papeles frente a él, cayendo de su rostro como un torrente de lágrimas interminable. Cada lágrima era un reflejo del dolor que desgarraba su corazón, un recordatorio de la fragilidad de su situación y de la lucha interna que lo consumía, mientras el amor que una vez sintió se desvanecía en la tormenta de su sufrimiento.
Pero ahora hacer algo era inútil.
Sujetando suavemente su vientre bajo, Kim Jinwoo reflexionaba sobre los buenos momentos que había compartido con Han Seo. Para un Omega recesivo como él, haber tenido la oportunidad de estar al lado de un hombre tan admirable como Han Seo le había brindado una satisfacción que parecía un lujo en su vida. Recordaba los contados momentos de risas, las caricias tiernas y los momentos de complicidad que, aunque ahora parecían lejanos, aún iluminaban su memoria. Sin embargo, esa felicidad se veía empañada por la creciente distancia entre ellos, un abismo que se hacía más profundo con cada día que pasaba, recordándole que incluso los recuerdos más dulces podían convertirse en un doloroso recordatorio de lo que había perdido.
— No estoy solo, entonces… No hay nada de lo que necesite arrepentirme —murmuró Kim Jinwoo, tratando de convencerse a sí mismo mientras las palabras resonaban en su mente. A pesar del dolor que lo envolvía, había una chispa de esperanza en su corazón, una pequeña llama que se negaba a extinguirse.
Pensando de esa manera, firmó los papeles frente a él, tomó la pequeña maleta con su ropa y salió de la residencia mientras limpiaba sus lágrimas con el dorso de su mano.
***
— Ah, Sr. Han Seo, felicidades por su cumpleaños.
La dama de mediana edad, esposa del presidente de una compañía que cooperaba con la empresa familiar, le sonrió amablemente.
— Ha sido bendecido. Le deseamos mucha alegría y felicidades por el embarazo.
En ese momento, la mano que sujetaba una copa de champán que se dirigía a su boca se detuvo.
— ¿Disculpe?
La dama que estaba a su lado se veía con una alegría genuina. Y Han Seo pensó que era un malentendido.
— Nuestra hija, vino de visita a Seúl, ella vive en Busan con su esposo. Nos contó que hace algunos meses coincidió con el esposo del Sr. Han Seo y, por accidente, escuchó la noticia. Dijo que el Sr. Kim Jinwoo quedó tan sorprendido que se desmayó de la sorpresa. Le deseo un bebé sano. ¿Dónde se encuentra? Me gustaría verlo y felicitarlo personalmente.
Esas palabras definitivamente las había escuchado, pero le resultaba difícil procesarlas. ¿Kim Jinwoo embarazado? Era algo imposible de concebir. Después de todo, él era un Omega recesivo, lo que significaba que no podía quedar embarazado. La lógica de su mundo se desmoronaba ante esa idea absurda. Además, no habían tenido relaciones desde su último ciclo de rut hace meses, justo antes de su viaje al extranjero. Las palabras resonaban en su mente como un eco distorsionado y confuso, dejándolo aún más desconcertado ante la noción incomprensible que se le presentaba.
— ¿Director Han? ¿Se encuentra bien?
— No se encuentra aquí, no obstante. Haré llegar el mensaje. Tengo que retirarme ahora.
Han Seo sonrió cortésmente mientras se despedía de la esposa del presidente de la compañía afiliada y salía del salón principal. Sin embargo, su mente estaba agitada; habían pasado dos meses desde su separación y Kim Jinwoo nunca había mencionado un embarazo. La idea lo atormentaba, como un eco persistente que no podía ignorar. ‘¿Cómo era posible que, en todo ese tiempo, no hubiera una sola mención de algo tan significativo?’ La incertidumbre lo consumía, y cada paso que daba lo acercaba más a la verdad que temía enfrentar. La imagen de Kim Jinwoo, con su mirada perdida y su corazón herido, lo perseguía, y la posibilidad de que su vida estuviera a punto de cambiar de manera irrevocable lo mantenía en un estado de inquietud constante.
— Solo tengo que llamarlo y aclarar este error.
Con los dedos temblorosos, Han Seo sujetó el delgado y frío teléfono celular en su mano. Su pulgar se deslizó por la fila de contactos con una precisión mecánica, buscando un nombre que sabía que no encontraría. Cada deslizamiento era un recordatorio de la distancia que se había creado entre él y Kim Jinwoo, una brecha que parecía insalvable. La ansiedad se apoderaba de él, y la incertidumbre sobre el estado de su relación lo mantenía en un estado de alerta constante.
No estaba registrado su número, como había sospechado. Han Seo había borrado a Kim Jinwoo de sus contactos hace mucho tiempo, pero aún así sentía una punzada de dolor al ver que era verdad. Apretando con fuerza el aparato, frunció el ceño y chasqueó la lengua con frustración y tristeza. La decisión de eliminarlo de su vida había sido tomada desde hace mucho tiempo.
Una vez más, enfrentaba la realidad de que él ya no formaba parte de su vida.
‘¿Por qué no me lo dijiste?’
Una vez más, sus ojos se dirigieron a la barra de llamadas recientes y pulsó un número de contacto.
[Jefe]
— Secretario Sujin, envíe el número de teléfono del Sr. Kim Jinwoo.
— Sí…
El brillo intenso de la pantalla iluminó la habitación mientras Han Seo esperaba ansiosamente. Cada segundo que pasaba se sentía como una eternidad, y su corazón latía con fuerza en su pecho. La luz azulada del dispositivo proyectaba sombras en las paredes, creando un ambiente casi surrealista, donde la realidad y sus pensamientos se entrelazaban en un torbellino de emociones.
Los minutos parecieron interminables hasta que finalmente, la notificación de transferencia de contacto apareció en la pantalla. Han Seo se quedó estático por unos momentos, con el corazón latiendo fuerte en su pecho.
En el momento en que envió los papeles con el acuerdo de divorcio, sus intenciones eran muy claras. Él no deseaba ver al hijo del hombre que les había arrebatado la cuarta parte del capital de la empresa de una forma fraudulenta. Aun así, Han Seo no dudó en sacrificar todo ese dinero, ya que no podía tolerar estar más tiempo junto a Kim Jinwoo, quien actuaba como si no supiera nada.
La tensión en la habitación era palpable, como una tormenta eléctrica a punto de estallar. Cada movimiento y cada mirada estaban cargados de emociones intensas y profundo resentimiento
Han Seo firmó el convenio de divorcio con una furia contenida, sin siquiera molestarse en leerlo. Confiaba en que su equipo legal arreglaría cualquier discrepancia y lo único en lo que pensaba era en liberarse de esa carga que pesaba sobre él y su familia. Pero ¿bajo qué condiciones se había firmado ese acuerdo? La ira comenzó a bullir dentro de Han Seo mientras presiona repetidamente el botón de llamada, deseando confrontar a su exesposo con sus verdaderas intenciones detrás del acuerdo.
— Jefe
— ¿Cuáles fueron las peticiones que realizó el Sr. Kim Jinwoo para firmar el acuerdo de separación?
— ¿Disculpe?
— Te pregunté qué fue lo que Kim Jinwoo pidió a cambio de firmar los papeles.
— El Sr. Kim Jinwoo no hizo ningún pedido adicional. Envió todos los documentos firmados tal como se le habían proporcionado y cumplió puntualmente con la compensación económica requerida en ese momento.
— ¿Compensación? ¿Nosotros tuvimos que pagar una compensación?
— No, señor. El Sr. Kim Jinwoo entregó un cheque de caja bancario con la penalización total que se estipulaba en el acuerdo prematrimonial. Estoy seguro que usted lo sabía.
En un momento de confusión, Han Seo no pudo comprender las acciones de Kim Jinwoo. ¿No son ellos familia de una misma sangre, una sangre llena de codicia para incluso estafar? La traición de su propia familia lo había dejado atónito, y la idea de que Kim Jinwoo pudiera estar involucrado en algo tan ruin lo llenaba de incredulidad.
La llamada se cortó abruptamente, dejándolo en un silencio ensordecedor. La falta de respuesta lo hizo sentir aún más aislado, como si el mundo a su alrededor se hubiera desvanecido. La angustia se apoderó de él, y las preguntas se agolpaban en su mente: ¿Qué había pasado realmente? ¿Por qué Kim Jinwoo había tomado decisiones que parecían ir en contra de su propia sangre?
La confusión se transformó en un torbellino de emociones, y Han Seo se sintió atrapado entre el deseo de entender y la necesidad de protegerse de más dolor.
Los dedos de Han Seo se aferraron con fuerza a su teléfono mientras buscaba el número de contacto. Una llamada se estableció en cuestión de segundos y Han Seo esperó ansiosamente una respuesta del otro lado, no obstante. La voz mecánica que escuchó no fue lo que esperaba.
[El usuario telefónico ha sido dado de baja del servicio.]
***
El tiempo había pasado desde la última vez que Han Seo intentó contactar a Kim Jinwoo, pero su determinación no había disminuido. Finalmente, recibió una pista que lo dejó helado: el hospital de salud reproductiva Omega tenía registro de una ecografía para él. La noticia lo golpeó como un rayo, y su mente se llenó de preguntas y emociones contradictorias.
Según los cálculos, Kim Jinwoo estaba en su cuarto mes de embarazo. La realidad de la situación lo abrumaba; la idea de que su ex pareja estuviera esperando un hijo, un hijo que podría ser de él, lo llenaba de una mezcla de alegría y terror. ¿Cómo había llegado a este punto sin que él lo supiera? La confusión se transformó en un torrente de sentimientos, y la urgencia de actuar se apoderó de él.
Han Seo sabía que debía enfrentar a Kim Jinwoo, que necesitaba respuestas. La traición y el dolor del pasado aún pesaban en su corazón, pero la idea de perder a Kim Jinwoo y a su hijo antes de siquiera tener la oportunidad de ser parte de sus vidas era insoportable.
Los papeles relacionados con el matrimonio y divorcio de Kim Jinwoo estaban esparcidos sobre la mesa del escritorio de Han Seo. Revisando cada uno detenidamente, notó que los estados de cuenta bancarios de su exesposo no habían tenido ningún movimiento significativo en los últimos dos años. La falta de actividad financiera era desconcertante, y el misterio solo se hacía más profundo.
Con cada pista que encontraba, la necesidad de confrontar a Kim Jinwoo se hacía más urgente. Han Seo sabía que debía actuar con cautela. Con determinación, comenzó a organizar sus pensamientos y a planear su próximo movimiento, decidido a desentrañar el misterio que rodeaba a Kim Jinwoo y su situación actual.
‘¿Por qué desperdició el dinero que le ofrecí? Durante dos largos años, se había acumulado una absurda suma en su cuenta y ni siquiera se había molestado en revisar el saldo. ¿Qué diablos significa todo esto?’
— ¿Están seguros de que esta es toda la información del Sr. Kim Jinwoo? Preguntó Han Seo.
—Sí. Respondió el secretario.
— ¿Por qué no están los registros médicos? Si está embarazado, debieron haber hecho un expediente.
— Esa información está clasificada como confidencial, no se puede acceder a ella, jefe.
— ¿Por qué no le dijeron que él era el solicitante? ¿Por qué estoy siendo tratado como un extraño ante la condición de mi propio familiar enfermo? —exclamó Han Seo, su voz resonando en el aire tenso el ambiente. Las palabras salieron de su boca cargadas de frustración y confusión, mientras buscaba una explicación para la situación inesperada que lo rodeaba.
El aire se llenó de tensión y preguntas sin respuesta mientras Han Seo intentaba comprender lo que estaba sucediendo. Sentía que todo estaba restringido para los familiares de los pacientes, aunque nada de eso tenía sentido para él en ese momento.
El secretario, Sujin, bajó la mirada y habló en voz baja casi inaudible. Podía sentir la vacilación y el conflicto en sus palabras mientras luchaban por transmitir su mensaje. Su corazón se aceleró con anticipación y miedo, sin estar seguro de qué noticias serían transmitidas de una manera tan tenue.
— El Sr. Han Seo ya no es el cónyuge legal del Sr. Kim Jinwoo.
En el momento en que fueron dichas esas palabras, el silencio en la oficina se hizo inminente.
— Salga de aquí secretario…
Han Seo se sentía abrumado, incapaz de comprender cómo había podido estar casado durante dos años con alguien que apenas conocía. Con un suspiro cansado, se aflojó el nudo apretado de su corbata y miró por la ventana. Fuera, la nieve caía delicadamente desde el cielo, cubriendo todo a su alrededor con un manto blanco y puro.
Los copos parecían danzar en el aire como pequeñas hadas, creando un paisaje mágico y hermoso a su alrededor. Cerró los ojos y respiró profundamente. Tenía que encontrarlo.
[Tock, tock.]
— Soy Sujin.
— Adelante.
El secretario irrumpió en la habitación con un rostro lívido y una expresión ensombrecida. El silencio tenso se rompió cuando Han Seo tomó nota de su inusual actitud y habló con voz cargada de angustia.
— ¿Por qué tiene el secretario Sujin esa expresión?
— Jefe… —comenzó a decir el secretario, pero su voz se cortó abruptamente.
[¡Bang!]
El secretario Sujin le entregó un informe sobre la condición de Kim Jinwoo, y el corazón de Han Seo se paralizó por un segundo ante las preocupantes noticias. Las palabras en el papel parecían danzar ante sus ojos, pero el significado detrás de ellas era claro y aterrador. La situación de Kim Jinwoo era crítica, y el tiempo se estaba agotando.
Con una determinación inquebrantable, Han Seo irrumpió en la sala de cuidados intensivos del hospital. Aunque el personal médico intentaba detenerlo, sus pasos decididos no conocían límites.
¿Cómo pudo un Omega embarazado contraer ese tipo de enfermedad? Sus pasos, que se dirigían al número de cama 74, fueron rápidos y, en el momento en que encontró la puerta, la deslizó de inmediato.
El sonido de los monitores cardíacos llenaba la habitación, junto con el aroma a limpieza y desinfectante que impregnaba el aire, creando una atmósfera fría y desoladora. Han Seo avanzó hacia la cama de esa persona con paso firme, pero un nudo en la garganta lo ahogaba, incapaz de evitar la angustia que lo invadía al verlo conectado a tantas máquinas y tubos. El zumbido constante de los aparatos era casi ensordecedor, pero Han Seo solo tenía ojos para el paciente, y en ese momento, su corazón se sintió a punto de desplomarse bajo el peso de la desesperación.
Un informe llegó sobre la ubicación actual del Sr. Kim Jinwoo. Estaba en una clínica de la región al sur de la ciudad de Busan. Su diagnóstico de ingreso era una pulmonía crónica, y la gravedad de la situación lo golpeó como un puñetazo en el estómago.
— ¡Kim Jinwoo! —exclamó, su voz resonando en la habitación vacía, pero el eco de su grito se perdió en el aire helado, como si el dolor que sentía no pudiera ser escuchado por nadie más. La realidad de su estado lo envolvía en una oscuridad abrumadora, y la impotencia lo consumía mientras se acercaba a la cama, sintiendo que cada segundo que pasaba era un recordatorio de lo frágil que era la vida.
La habitación estaba en silencio, las camas alrededor no tenían más pacientes. Solamente una cortina cubría el espacio de la cama 74.
[Rash.]
Deslizando la cortina con un solo movimiento, Han Seo miró a la persona que estaba inconsciente frente a él.
‘Por Dios…’
Su rostro pálido era casi fantasmal, con venas azules visibles debajo de la piel translúcida, como un recordatorio de la vida que se desvanecía. Las mejillas hundidas revelaban huesos salientes, y los labios, una vez rosados, ahora estaban morados y agrietados, como si hubieran sido golpeados repetidamente por el frío implacable del invierno.
Una manguera gruesa se incrustaba en su garganta, forzando el paso del oxígeno por su cuerpo exhausto, mientras que en la punta de su nariz, un dispositivo suministrador seguía inyectándole la vida que le faltaba, aunque cada respiración parecía un esfuerzo titánico. Sus manos esqueléticas, casi irreales, parecían a punto de romperse bajo la presión de los huesos marcados y las venas hinchadas, atravesadas por múltiples agujas que extraían lo poco que le quedaba de sí mismo.
La escena era desgarradora, y Han Seo sintió que el mundo a su alrededor se desvanecía. La fragilidad de Kim Jinwoo lo golpeó con una fuerza abrumadora, y la desesperación se apoderó de él. Cada detalle, cada máquina que pitaba y zumbaba, parecía un eco de la lucha que su exesposo estaba librando. En ese momento, la realidad de su situación se convirtió en un peso insoportable, y Han Seo se sintió impotente, atrapado en un mar de emociones que lo ahogaban.
— ¿Qué mierda…?
En el momento en que sus ojos se posaron en la imagen de Kim Jinwoo, un escalofrío recorrió el cuerpo de Han Seo y su pecho se contrajo con fuerza, como si un peso invisible lo aplastara. Con un movimiento rápido, tomó la sábana que lo cubría y la deslizó hacia abajo, revelando su piel pálida y temblorosa ante el repentino cambio de temperatura. El sudor frío le recorría la frente mientras luchaba contra las emociones que amenazaban con desbordarse, un torrente de sentimientos que lo abrumaba.
— Es cierto… Tú… —susurró, su voz temblando con la mezcla de incredulidad y dolor.
Los ojos de Han Seo se posaron en el vientre del Omega, notando su pequeño pero abultado tamaño. Una mezcla de emociones recorrió su cuerpo, haciéndolo estremecerse y su rostro endurecerse en un gesto de preocupación e incertidumbre. La realidad de la situación lo golpeó con fuerza; innumerables preguntas daban vueltas en su mente mientras observaba la vida crecer dentro del otro ser, una prueba más de la conexión única que se creó entre ellos, ahora marcada por el sufrimiento y la fragilidad.
— Usted no puede estar aquí.
Con un giro brusco de su cuerpo, Han Seo se enfrentó a la voz que sonaba detrás de él. Sus ojos encontraron al médico, cuya expresión estaba distorsionada por una mezcla de sorpresa y preocupación. Han Seo rápidamente volvió a colocar la manta en su lugar y se inclinó educadamente en señal de respeto. Aunque su mente luchaba por mantener la calma, su corazón latía con fuerza en su pecho mientras esperaba escuchar las noticias del médico.
— Lo lamento, el Sr. Kim Jinwoo es mi cónyuge, soy su…
Han Seo se dio cuenta de las palabras que escaparon de entre sus labios, pero el momento en que tomó conciencia de lo que estaba diciendo ya había pasado. Las palabras fluyeron sin control, como un río furioso escapando de su cauce y dejándolo a merced de la corriente. Ahora, se sentía impotente al percatarse de cómo las palabras se esparcen y se perdían en el aire, condenadas a ser escuchadas por aquellos que no debían oírlas. Una sensación de arrepentimiento lo invadió al darse cuenta de que ya era demasiado tarde para retractarse.
— ¿Usted es su esposo?... Mmm. Eso es extraño, durante el registro del Sr. Kim Jinwoo hace unos meses, él no marcó en el formulario que estaba casado. ¿Podría ver la libreta del registro civil?
Por supuesto, ese pensamiento era inútil. Han Seo ya la había desechado mucho antes de que se divorciaron. Como un castillo en ruinas, su matrimonio se derrumbó en muy poco tiempo y nada pudo hacer para salvarlo. Era una triste realidad que él había aceptado a regañadientes, pero que ahora comenzaba a dolerle profundamente.
— Soy Han Seo, vicepresidente del Grupo Han. Mi padre, Han Yeon, es el socio honorario de la fundación que financia esta clínica. Lamento haber irrumpido aquí de esa manera, pero estaba preocupado por mi esposo. Espero que no haya ningún problema con la documentación civil.
El médico, quien comprendió la posición de Han Seo, lo examinó con una mirada llena de escepticismo. Sin embargo, Han Seo se mantuvo firme y extendió su cédula de identificación, como un escudo protector en sus manos levemente temblorosas. El silencio se prolongó mientras el médico estudiaba el documento detenidamente, frunciendo el ceño y moviendo los labios en un murmullo inaudible. Finalmente, asintió en señal de aprobación y devolvió la identificación a su dueño con una mirada de respeto recién ganado.
— Mis disculpas, Sr. Han Seo. No nos dimos cuenta de que era su esposo.
La verdad era que Kim Jinwoo ya no era su esposo legalmente, pero Han Seo se sintió impulsado a contar una mentira absurda. Una mentira que sabía que no cambiaría nada, pero que de alguna manera le hacía sentir alivio momentáneo en medio de la confusión y el dolor. Las palabras salieron de sus labios como una defensa, una forma de mantener a raya la realidad insoportable por un poco más de tiempo.
— ¿Cuál es su estado?
— El Sr. Kim Jinwoo fue llevado en ambulancia por la policía local. Al parecer, resbaló y cayó al agua mientras caminaba. Dado su estado de embarazo, solo podemos administrarle medicamentos básicos, pero su condición no es favorable.
Han Seo no podía apartar la mirada de Kim Jinwoo. ¿Cómo pudo haber caído al agua helada en pleno invierno? No podía entender cómo este trágico accidente le pudo haber sucedido a alguien que siempre había sido tan cuidadoso y cauteloso. Las emociones conflictivas de conmoción, tristeza y confusión se arremolinaban dentro de Han Seo mientras luchaba por darle sentido a todo.
— ¿Pueden programar su traslado al hospital de salud reproductiva Omega? Desearía que fuera tratado allí.
El médico se acercó a la camilla donde yacía Kim Jinwoo, sus pasos resonaron en el suelo frío y estéril. Con cuidado, tomó una placa metálica de un escritorio cercano, cubierta de papeles con información sobre el paciente. Sus ojos escanearon rápidamente los datos antes de mirar al monitor que mostraba lecturas fluctuantes e importantes para el diagnóstico de Jinwoo.
— Eso no puede ser posible. La toxina había causado un grave sangrado en sus pulmones. Estabilizar su condición fue una tarea ardua y solo pudimos administrar antibióticos hoy debido al bebé que llevaba en su vientre.
— ¿Sangrado en los pulmones?
Un escalofrío recorrió su cuerpo al oír esas palabras tan aterradoras, y sus ojos se posaron en el pecho de Kim Jinwoo. Allí, bajo la bata del hospital, pudo notar las vendas térmicas que cubrían sutilmente su piel. El material brillante reflejaba la luz fluorescente de la habitación, le recordó la fragilidad de su exesposo y la realidad de la situación en la que se encontraban. Era una imagen desgarradora, pero también una muestra del cuidado y la dedicación del personal médico que lo rodeaba.
— ¿Por qué los aplicaron hasta hoy? ¿Cómo está el bebé?
Los ojos del doctor se desviaron por unos segundos de la mirada inquisitiva de Han Seo, su mirada se fijó en los papeles que sostenía entre sus manos. Con un suspiro, volvió a ver al joven paciente y habló en un tono más bajo que antes, como si estuviera compartiendo un secreto delicado
— La ecografía realizada ayer no mostró movimiento fetal ni latidos del corazón. Por eso decidimos administrarle antibióticos, pero la toxina ya se ha propagado por su cuerpo.
— ¿No hubo movimiento...?
Una intensa sensación de vértigo y ansiedad se apoderó repentinamente de su corazón, como si fuera golpeado por una marea violenta. Su cuerpo entero temblaba involuntariamente y pequeñas gotas de sudor frío empezaron a cubrir su frente. Las piernas le fallaban y luchaba por mantener el equilibrio mientras la adrenalina inundaba su sistema. Nunca había sentido algo así antes, era una mezcla abrumadora de emociones desconocidas que lo abatían por completo.
— Afortunadamente llegó a tiempo. Él ya está registrado como un caso terminal; no estamos seguros de que sobreviva la noche según los niveles de oxigenación... Pero le concederé unos momentos para que pueda despedirse.
— ...
El médico salió, dejando a Han Seo estático con los ojos abiertos de par en par. ‘¿Terminal?’
— Secretario Sujin.
Con un silbido suave y un chirrido metálico, la puerta de la habitación se deslizó abriéndose. Sujin entró con pasos decididos y se detuvo a pocos metros de la salida. La luz tenue que se filtraba por la ventana cubría su figura con un velo misterioso, ocultando sus rasgos y expresión.
La cortina retraída enmarca perfectamente el espacio vacío donde se encontraba Kim Jinwoo, manteniéndolo fuera de la vista de Sujin. Permanecieron en silencio, como dos figuras solitarias en medio de una escena de teatro en pausa.
— Encuentra a un especialista que pueda tratar al Sr. Kim Jinwoo.
— Señor... Pero...
— Si no encuentras a alguien, serás despedido.
— Sí...
El secretario Sujin se retiró de la habitación con paso acelerado, su mente trabajaba a toda velocidad. Sabía que por medio del Grupo Han podría encontrar un especialista que diera una segunda opinión al respecto. A medida que se adentraba en el hospital, su mirada recorría los pasillos en busca de alguien que pudiera ayudarlo. No podía permitirse perder más tiempo.
Después de varias horas, el brillo naranja y cálido del sol comenzó a desvanecerse, dando paso a la tranquilidad de la noche. Han Seo permaneció junto a Kim Jinwoo sin moverse ni un segundo, sus ojos fijos en la copia de la ecografía que sostenía entre sus manos temblorosas. Su corazón estaba perturbado; la fotografía en blanco y negro mostraba un pequeño bebé casi perfectamente formado.
La nariz y la boca ya eran visibles, y algo similar a una manita se podía distinguir cerca de ellas. Era difícil creer que dentro del vientre de Kim Jinwoo había una vida tan preciosa en desarrollo.
Sobre la cama donde Kim Jinwoo dormía, también había un pequeño USB con una grabación guardada. Han Seo lo tomó y realizó una copia digital de la información que estaba almacenada en ella, transfiriendo todo a su tableta personal con manos temblorosas.
Ese era el último video que había capturado los preciosos momentos de vida del bebé que habían formado juntos Kim Jinwoo y Han Seo. Al pulsar el botón de reproducción, un sonido rítmico y suave comenzó a llenar sus oídos, como si una canción de cuna estuviera siendo tocada. Pero Han Seo no pudo soportar ver lo que se mostraba frente a sus ojos.
En la pantalla, aparecía un ser tan delicado y hermoso, moviendo su cabecita ligeramente y acurrucándose en sí mismo mientras el sonido [Bum bum…]
— ¿Cómo fue que esto pasó?
Con una mirada desconsolada, Han Seo apagó la tableta de inmediato y tomó la mano de Kim Jinwoo con delicadeza. El rostro de Han Seo reflejaba dolor y preocupación mientras su cansada conciencia luchaba por mantenerse alerta.
Con cada parpadeo, sus párpados se sentían más pesados y eventualmente se rindieron a la fatiga, dejándolo dormido junto a Kim Jinwoo.
La noche pasó en silencio mientras Han Seo permanecía aferrado a la mano de un Jinwoo enfermo. Finalmente fue despertado por una leve alerta que emitía el monitor conectado a Kim Jinwoo. Desorientado, Han Seo miró sin comprender qué estaba señalando el medidor y de inmediato llamó al médico.
Un grupo de enfermeros y el doctor ingresaron rápidamente a la habitación, todos con expresiones serias y preocupadas en sus rostros. Revisaron los registros que mostraba el aparato y luego tocaron el cuerpo de Kim Jinwoo, notando cambios significativos desde la noche anterior.
Una noticia increíble fue derramada en ese instante.
— Sr. Han... Lamentamos su pérdida.
— Hora de muerte: 06:34 a.m.
Esas palabras se clavaron en su corazón como cuchillos, tan agudas y repentinas que sus rodillas no pudieron soportar el peso y se desplomaron contra el suelo. Kim Jinwoo, junto a su hijo, han sido arrebatados de este mundo por la muerte.
Que triste el tener que enterarse de la muerte de su hijo y su ex esposo de esa manera.